Enseñanza de primavera, Arya Kshema: Elogios autobiográficos de Mikyo Dorje – Día 9
8 de abril de 2022
Su Santidad comenzó el noveno día de las enseñanzas de primavera de Arya Kshema con una explicación sobre la decimoséptima buena acción de los Versos Autobiográficos de Mikyö Dorje “Las acciones virtuosas”.
Según el esquema del comentario del asistente Sangye Paldrup, el pasaje sobre la meditación en la bodhicitta relativa tiene dos partes:
(a) Cambiarse a sí mismo por los demás en la meditación
(b) Tomar la adversidad como camino en la postmeditación
La segunda parte tiene diez subtemas diferentes, y hemos llegado al séptimo: tomar como camino el actuar con buenas intenciones.
Para obtener la iluminación, en beneficio propio y de los demás,
se debe abandonar la pereza, la depresión, el miedo y la fatiga,
y fortalecer la creciente diligencia que no se retracta.
¿Cómo podría dejar que mi práctica fuera inconsistente en esta y otras vidas?
Pienso en esta como una de mis acciones virtuosas.
Volviendo a Milarepa
Antes de explicar esta estrofa, Su Santidad se explayó sobre la historia de Milarepa de la enseñanza anterior. Explicó que, aunque hay muchas historias de liberación de Milarepa, la más conocida, escrita por Tsangnyön Heruka, la más antigua y una de las mejores fuentes es Los doce grandes estudiantes, preparada por doce de sus grandes discípulos. Añadió que también había uno llamado el Tesoro Negro, recopilado por el tercer Karmapa Rangjung Dorje.
Cuando Milarepa falleció, dijo a sus alumnos: “No tengo muchas posesiones importantes que regalar. Por favor, dad este bastón de madera de áloe negro, el sombrero de tela y el trozo de tela al médico de Dakpo (Gampopa). Si Rechungpa llega a tiempo, por favor dáselos, y si no llega, envíale este bastón y el trozo de tela”. El pedernal y el acero que Milarepa había utilizado para encender el fuego estaban reservados para Drigom Repa, y su andrajoso sombrero de pandita era para Seben Repa. También ordenó a sus alumnos que cortaran en trozos la túnica de algodón que él mismo llevaba, y que dieran un trozo a cada uno de los repa.
Milarepa explicó entonces: “No tienen un gran valor monetario, pero os aportarán a cada uno de vosotros siddhis (logros). Ahora bien, tengo un poco de oro que he ahorrado. Lo he escondido en la pared trasera de mi cabaña de retiro, así que cuando fallezca, debéis sacarlo y distribuir el oro entre todos los estudiantes”.
Hubo varias opiniones al respecto, explicó el Karmapa. Algunos sospechaban que Milarepa debía tener mucho oro. Otros exclamaron: “¿Cómo podría Milarepa tener oro? Ni siquiera tenía ropa que le cubriera todo el cuerpo. No escuchéis lo que dicen los demás; si lo hacéis, acabaréis cometiendo fechorías”. Más tarde, cuando los discípulos se reunieron para buscar el oro, encontraron algo envuelto en tela de algodón. Lo abrieron y, en lugar de oro, había tres trozos de panela [azúcar de caña sin refinar], una carta del propio Milarepa y un pedernal especial multiusos que también podía utilizarse como cuchillo, cuchara, tenedor y punzón.
Cuando los alumnos leyeron la carta, ésta decía: “Corta la panela con el cuchillo y habrá suficiente para todos. Corta este paño cuadrado con el cuchillo y repártelo; el paño no se acabará hasta que no haya más gente”. Puede que haya gente que diga que yo, Milarepa, tengo oro; así que llénales la boca de mierda”.
Todos habían estado afligidos y apenados tras el fallecimiento de Milarepa, pero en ese momento todos se rieron de la divertida broma y se sintieron más ligeros, señaló el Karmapa. Cuando terminaron los rituales por su fallecimiento, todos los estudiantes y patrocinadores se reunieron y repartieron la panela y la tela como se les había ordenado.
“Fue realmente milagroso”, explicó Karmapa. “Cuando cortaron los trozos de panela por la mitad, los dos trozos no se hicieron más pequeños. Se dividieron además en cuatro, y luego en ocho, los ocho en dieciséis, y los dieciséis en treinta y dos, pero nunca se acabaron. El azúcar no tenía fin. Del mismo modo, cuando cortaron el cuadrado de tela con el cuchillo, los trozos de tela no se hicieron más pequeños. Cada uno de ellos era como un cuadrado de tela completo”.
Todos los presentes recibieron un trozo de panela y un trozo de la tela. Inmediatamente comenzaron a comer la panela, ya que sentían que debía contener grandes bendiciones de Milarepa. No importaba cuánto tiempo lo comieran, el trozo de panela nunca se acababa. La gente los llevaba a sus casas para sus familiares, pero los trozos nunca se reducían. Todos los habitantes de Dring y Nyanam, la región donde falleció Milarepa, pudieron comer la panela durante todo un año. Esto se hizo famoso y la gente exclamó: “¡No hay nada más sorprendente que estos trozos de panela!.
“Durante un año después del fallecimiento de Milarepa, siempre había hermosas melodías y lluvias de flores que caían del cielo en los días auspiciosos en el lugar de la cremación. Los niños y niñas corrían a coger las flores, y los que las cogían eran perseguidos por los que no lo hacían”.
Aunque Milarepa, en peor situación que la mayoría de los mendigos, no tuvo ninguna posesión de valor, regaló la panela y la tela a todos los que se relacionaron con él. Era como un recuerdo, un soporte para que lo recordaran. Su Santidad comentó que de esto se desprende que Milarepa era amable y que siempre pensaba en los demás. “Esto demuestra que ser un practicante no significa tener un carácter rígido e inflexible. Algunos practicantes son así, pero Milarepa no lo era”, explicó.
Según las antiguas historias de liberación, Milarepa dijo: “Cuando falté, no molestéis mi cuerpo durante siete días. Después tendré algo que decir”. Sus alumnos siguieron las instrucciones y esperaron. Cuando llegó el quinto día, algunas personas no pudieron esperar y se preguntaron qué podría haber pasado, pero los discípulos no les permitieron echar un vistazo. Finalmente, entraron el sexto día y descubrieron que los restos de Milarepa se habían vuelto muy pequeños, de alrededor de un codo.
En ese momento, muchas personas tuvieron visiones diferentes; algunos lo vieron como Chenrezig, otros sintieron que era un jarrón. Después, todos pensaron: “Si lo dejamos solo, no quedarán restos y no tendremos reliquias ni otros soportes de fe que adorar”. Así que todos decidieron incinerar los restos. Karmapa expresó que normalmente las reliquias aparecen durante la cremación, pero no quedaba nada en absoluto: los restos habían desaparecido, tal como un arco iris. Tampoco hubo olor de carne quemada durante la cremación. Parecía que Milarepa tenía la intención de no dejar ningún resto o reliquia, y dejó la panela y la tela como soporte de fe. Su Santidad creía que ésta era una de las razones por las que dejó esos objetos.
Cuando Milarepa dijo “tengo oro”, demostró que no era diferente ni por fuera ni por dentro. “No tenía ningún apego a los placeres sensoriales, y ese era el tipo de práctica que realizaba. Cuando falleció, no se encontró nada. Decir que tenía oro era una prueba para ver cuánto creían sus alumnos en él”, explicó Karmapa.
La práctica genuina de Mikyö Dorje
Volviendo a la decimoséptima de las buenas acciones, el Karmapa explicó que Mikyö Dorje realizaba sus actividades con el fin de abandonar lo que se llamaba “práctica y estudio del sutra y el tantra” pero que sin embargo eran actividades que perjudicaban tanto a sí mismos y como a los demás. Siendo un ejemplo, Mikyö Dorje se convirtió para que sus estudiantes perceptivos dejaran de hacer acciones no virtuosas o neutras que aparentemente parecían ser virtuosas.
Lo mejor de los casos, es beneficiar directamente a los seres. Si no es posible, céntrate en beneficiarles indirectamente, empezando por no hacerles daño. Haz todo lo que puedas para enseñar el Dharma, contemplar el Dharma, meditar en el Dharma, reunir monjes, mantener monasterios y construir estupas y estatuas. Si haces todo lo que puedas, todas tus intenciones y acciones se convertirán en causas para alcanzar la gran iluminación. Si no tienes el pensamiento de centrarte en el beneficio de los seres desde el principio, o durante el compromiso, toda tu escucha, contemplación y meditación sobre el Dharma y la aparente acumulación de méritos no serán causas de la budeidad. No te traerán la liberación y la omnisciencia, por lo que debes dejar de hacerlas.
El Karmapa subrayó que Mikyö Dorje no estaba apegado a las cosas que llaman pr el nombre de Dharma y virtud. “Le interesaba el Dharma genuino y la práctica. Cuando escuchaba y contemplaba los sutras y los tantras, su práctica de meditación sobre esos puntos mejoraba. Cuando era asiduo a la práctica de la meditación sobre su significado, también aumentaba el alcance de su conocimiento a partir de la escucha y la contemplación. Básicamente, todo lo que hacía funcionaba en conjunto para aumentar su virtud”, explicó. Hoy en día, tenemos un colegio monástico separado para estudiar, y una sección separada para hacer pujas”. El Karmapa comentó que, desde otro punto de vista, es como si una persona no pudiera hacer bien las dos cosas, así que tuvimos que separarlas.
La época en la que Mikyö Dorje se encontraba en el Tíbet, era una época degenerada; la gente era muy difícil de apaciguar. Cuando mantenía la disciplina, aumentaba la virtud de la generosidad, y cuando era generoso, aumentaba la virtud de la disciplina. “Cada una de ellas se beneficia y contribuye a la otra; no es que se enfatice una y se olvide la otra”, explicó el Karmapa. Del mismo modo, cuando Mikyö Dorje practicaba la escucha, la contemplación y la meditación; daba votos de pratimoksha o bodhisattva, empoderamientos, instrucciones, realizaba transmisiones; recitaba la oración de Las siete ramas u otras aspiraciones; no importaba lo que estuviera haciendo, no lo dejaba para después. Nunca se sintió desanimado ni pensó “no puedo hacer esto física o mentalmente”, sino que tenía la confianza y el entusiasmo para realizar las cosas.
Su Santidad explicó que, por muchas adversidades que se presentaran, Mikyö Dorje tenía la paciencia y la ecuanimidad para afrontarlas y superarlas. Dedicaba todo lo que hacía a llevar a todos los seres a la iluminación; eran dedicaciones libres de las tres esferas, imbuidas de la realización de la vacuidad. “Incluso cuando hacía cosas normales, como caminar y acostarse, nunca estaba libre de la visión, la meditación y la conducta de la gran iluminación. Todas sus acciones se centraban en el bien de las enseñanzas y de los seres”, dijo el Karmapa.
No importaba lo que Mikyö Dorje hiciera, ya fuera dar enseñanzas, escribir, conversar y bromear, beber té y comer, dar consejos, o recitar oraciones y meditar por la noche, las realizaba bien sin dejar que ninguna de estas acciones interfiriera entre sí. Hizo comprender a la gente las formas correctas e incorrectas de beneficiar a los demás, y él mismo nunca las mezcló en su práctica. Sólo con sus escritos, que superan los cien volúmenes, Mikyö Dorje era increíblemente diligente y trabajaba día y noche para beneficiar a los seres.
Una canción de Mikyö Dorje
Si miras desde fuera, no hay nada que no haga.
Si miras desde dentro, estoy libre de hacer algo.
Si reflexionas, no es objeto de la mente.
¿Quién puede comprender la naturaleza de Yangchen Sarma?
“El punto principal es que al mirar las apariencias externas, no había nada en absoluto que Mikyö Dorje no hiciera”, explicó Su Santidad. “Si se examina desde lo interior, el significado real, es que él estaba libre de hacer cosas. Era capaz de actuar sin ningún tipo de pensamiento. Esta era su realización, que siempre descansaba en equilibrio. La forma en que realizaba sus actividades era asombrosa e insondable”.
Yangchen Sarma es uno de los muchos nombres de Mikyö Dorje. Su propia intención y pensamiento es algo que otras personas no podrían entender o concebir.
Sobre la práctica
Mejorar no significa aumentar nuestros conocimientos o habilidades. “Significa acercar nuestra mente al Dharma y practicar continuamente. Decimos que la corriente del río nunca cesa; así como pasa el agua anterior, fluye la posterior. Tenemos que practicar de forma similar con un esfuerzo continuo”, dijo el Karmapa. Tenemos que mejorar día a día, mes a mes, año a año. Si lo hacemos, podemos convertirnos en alguien diferente a lo que éramos antes. Puede haber una diferencia entre la persona de la semana pasada y la de la semana siguiente, entre la del año pasado y la del año siguiente; puede haber un cambio en nuestra forma de pensar.
Pero, seamos como seamos, a veces nos sentimos aburridos y aletargados, y queremos relajarnos y divertirnos. El Karmapa explicó que es importante y necesario dar a nuestro cuerpo y a nuestra mente un poco de descanso, cuando hemos estado trabajando demasiado y estamos agotados por el trabajo o la práctica. Pero advirtió que debemos tener cuidado con esto. “Ese descanso puede convertirse en fuertes hábitos de pereza. Nunca debemos olvidar el pensamiento de que somos practicantes del Dharma. Debemos recordar las cosas que debemos y no debemos hacer, y necesitamos a alguien que nos enseñe y nos las recuerde.”
Las enseñanzas suelen hacer hincapié en que debemos tener cuidado, atención y conciencia. El Karmapa explicó que, aunque estemos descansando, no podemos dejar de practicar. Cuando miramos las historias de liberación de los maestros del pasado, ellos fueron capaces de continuar su práctica mientras dormían. Incluso el sueño puede dividirse en virtuoso y no virtuoso. Si tenemos cuidado y conciencia, podemos continuar con nuestra práctica del Dharma durante el sueño, señaló.
Como practicantes, tenemos que reconocer y prestar atención a cuáles son las virtudes que hay que realizar y lo negativo que hay que evitar, y diferenciar entre el interés propio y el altruismo.
Combinar varios tipos de prácticas
Al hablar del segundo punto de la decimoséptima estrofa, el Karmapa comenzó mencionando que hay numerosos tipos diferentes de práctica, incluyendo la escucha, la contemplación y la meditación, junto con la enseñanza, la explicación y el debate. Subrayó que es importante unificarlas todas en una.
“Si pasáramos todo el tiempo escuchando muchas enseñanzas y tomando un empoderamiento o transmisión tras otro, es posible que finalmente nos aburriéramos y sintiéramos que no tiene sentido. Eso por sí solo dificulta la mejora de nuestra práctica”, señaló el Karmapa.
Lo explicó con un ejemplo de la educación en las escuelas: Si el profesor sólo habla y los alumnos sólo escuchan sin pensar ni intentar entenderlo por sí mismos, más tarde el profesor preguntará: “¿Qué acabo de decir, por favor, repítelo?”, y el alumno será incapaz de responder. Las palabras del profesor entrarán por un oído y saldrán por el otro. Además, si las preguntas de un examen son ligeramente diferentes y han cambiado un poco, los alumnos no podrán responder.
“Del mismo modo, cuando el gurú nos enseña el Dharma, si sólo escuchamos con los oídos y no pensamos en absoluto, es como enseñar a un loro a recitar mani mantras. El loro puede recitar las palabras, pero el significado está más allá de su nivel de comprensión”, explicó el Karmapa. Por eso es muy importante que combinemos todas las prácticas de escucha, contemplación y meditación.
Entonces, ¿qué queremos decir con escuchar, contemplar y meditar y los tres tipos de prajna que surgen de ellos? Escuchar el sonido de las palabras pronunciadas por el gurú puede considerarse como escuchar, pero escuchar por sí solo no produce prajna. “Para desarrollar el prajña de la escucha, no sólo hay que oír las palabras, sino que hay que pensar un poco en su significado. Incluso si no consigues una buena comprensión, debes ser capaz de conseguir al menos una comprensión general. Sólo así habrás desarrollado el prajna que nace de la escucha”, explicó el Karmapa.
No basta con obtener una comprensión de lo que dijo el lama. “Si lo dejas como algo que acabas de escuchar y comprender, en realidad es muy peligroso”, advirtió. Cuando pensamos que hemos leído y estudiado mucho, existe el peligro de volvernos orgullosos. “Eso no ayuda a domesticarnos, así que tenemos que tomar lo que hayamos entendido y seguir estudiando. Hazle preguntas al profesor, y utiliza tanto las escrituras como la lógica para investigarlo. ¿Cómo es? ¿Cómo no es? Esto se llama contemplación”, dijo el Karmapa.
Una vez que hemos contemplado y desarrollado cierta certeza en nuestra mente de que es como nuestro gurú había enseñado, esa es la prajna de la contemplación. Esa certeza estable es muy importante. Nos ayuda a no limitarnos a seguir lo que dicen otras personas o la sociedad. Necesitamos tener esta certeza definitiva de que si hacemos esta práctica, abandonaremos estos defectos y desarrollaremos estas cualidades, y que si no hacemos la práctica, no habrá oportunidad de desarrollar estas cualidades. Tener esta certeza nos permitirá desarrollar el prajña de la contemplación, explicó.
Su Santidad continuó con la explicación sobre la meditación. Cuando hemos desarrollado la certeza, además de haber examinado lo que el gurú enseñó, tenemos el sentimiento decisivo de que “esto es realmente”. Esta decisión no es algo que dejemos como está. Día y noche, tenemos que mezclar nuestra mente con el Dharma para que se unifiquen. Hacer esto una y otra vez es la meditación.
La meditación no es pensar en algo, sino que es en realidad la habituación. Hay dos tipos, la meditación analítica y la meditación en reposo. “Cuando has tratado repetidamente de hacer que tu mente y el Dharma sean lo mismo, entonces un día, realmente no necesitas esforzarte demasiado. Naturalmente, tu mente y el Dharma se mezclarán en uno. Eso se llama el prajna que nace de la meditación”, dijo el Karmapa.
Así, entre estos tres, escucha, contemplación y meditación, el primero requiere que nos apoyemos en otra persona. Pero las otras dos son algo que debemos hacer nosotros mismos”. Señaló que para que nuestra práctica vaya bien o no, un tercio depende del gurú, y el resto de nosotros mismos. “Escuchar depende del gurú, pero contemplar o meditar depende de ti. Si el lama hace la meditación en tu lugar, no sirve de nada, ¿verdad?”
Escuchar, contemplar y meditar en la vida cotidiana
Su Santidad hizo una analogía: Muchas personas nunca han comido tofu. Oyen hablar de él y se interesan, así que lo buscan. Sólo cuando van a un restaurante chino y piden un plato de tofu pueden tener la experiencia de cómo sabe el tofu.
No importa lo que hagamos o cómo ganemos experiencia en la vida, es exactamente lo mismo que escuchar, contemplar y meditar. “Escuchar” significa básicamente que has establecido una conexión entre tú y el Dharma. Contemplar es pensar en tu cabeza cómo es el Dharma. Al final, que el Dharma se incorpore a nuestra mente depende de nuestra meditación. Tenemos que inculcar realmente el Dharma en nuestro corazón y nuestra mente y adquirir experiencia”, destacó el Karmapa. La meditación no sólo significa sentarse en un cojín e inspirar y espirar. Es el sistema para desarrollar la experiencia de incorporar el Dharma a nuestra mente.
Por lo tanto, una vez que hemos escuchado el Dharma, debemos pensar en él. Si no lo hacemos, podemos escuchar el Dharma durante el resto de nuestra vida, pero sin beneficio alguno. Su Santidad nos recordó que, después de pensar en ello, debemos practicar y adquirir experiencia. No hay ningún beneficio en hacer una cosa y no hacer otra. Hizo hincapié en que tenemos que ser capaces de combinarlas en un todo único, y sólo entonces hay esperanza de que podamos convertirnos en alguien diferente.
Los Buddhas y los Karmapas
No sólo no hay que separar la escucha, la contemplación y la meditación, sino que es necesario tener todas las prácticas, incluidas la practica de las seis Parasitas. “Esto es con el fin de alcanzar la budeidad, donde beneficiar a los demás no supone ningún esfuerzo y es espontáneo. Los bodhisattvas sólo pueden beneficiar a los demás si se esfuerzan, pero los buddhas tienen las cualidades completas de abandono y realización. Si queremos llegar a ese nivel, tenemos que mejorar en todo aspecto”, explicó el Karmapa.
En los relatos Jataka, cuando el Buddha apareció como bodhisattva, practicó la generosidad, la disciplina, la paciencia, la diligencia, dhyana, prajna, etc. Incluso en la vida en que despertó a la Budeidad, estudió a un alto nivel. Dejó el lujoso estilo de vida de la realeza por la vida de un monje. Luego, pasó seis años practicando austeridades y después practicó la meditación dhyana para despertar. Fue generoso al dar el Dharma ampliamente a los demás. También fue paciente con el daño causado por Devadatta y demás. Esto demostró que el Buda practicó las seis paramitas en esa vida.
A continuación, Su Santidad comparó las similitudes entre el Buddha y las distintas encarnaciones del Gyalwang Karmapa. Dijo: “El propio Mikyö Dorje sólo vivió hasta los 48 años, pero fue capaz de hacer muchas cosas que nos asombran e inspiran. Por ejemplo, cuando leemos su historia de liberación, si observamos cómo escuchaba el Dharma de los demás, parece como si hubiera pasado toda su vida escuchando únicamente las enseñanzas del Dharma. Si nos fijamos en sus escritos, parece como si se hubiera pasado todo el día escribiendo. Si nos fijamos en sus viajes a diferentes zonas, parece como si hubiera tenido poco tiempo para hacer otra cosa”.
En cualquier caso, añadió el Karmapa, no podemos saber exactamente con cuánta gente se reunía cada día, cuántas reuniones había o cuánto tiempo pasaba escribiendo, pero si observamos sus actividades en general, lo que vemos cuando leemos sus relatos sobre la liberación es sorprendente.
Con intenciones puras y excelentes, Mikyö Dorje hizo caso omiso de muchas dificultades y obstáculos para trabajar por el bien de las enseñanzas y los seres. Sin ningún tipo de resentimiento o queja, sin descansar, continuó realizando muchas actividades, y esto no sólo fue la enseñanza del Dharma; también incluyó la enseñanza, el debate y la escritura; la escucha, la contemplación y la meditación. Mantuvo innumerables actividades grandes y vastas. El Karmapa expresó la necesidad de que nos fijemos en él como modelo.
Como se dice, “las historias de liberación de los maestros del pasado es la práctica de sus seguidores”. Cuando vemos estos relatos, explicaba el Karmapa, adquirimos un poco de valor para nosotros mismos. Al ver su duro trabajo y sacrificio, deberíamos hacer lo posible por abrir un poco nuestras mentes. Sería realmente decepcionante que dejáramos que sus esfuerzos se desperdiciaran.
“Tenemos que purificar nuestras intenciones, tener nuevas ideas y contemplar cómo podemos hacer aún más por las enseñanzas y los seres. En realidad, no hemos empezado a analizar eso. Al menos tenemos que ver cómo somos, para no desperdiciar la bondad y los esfuerzos de los grandes maestros del pasado. Esforzarse por ello es muy importante”, subrayó Su Santidad al final de la enseñanza del noveno día.