Enseñanza de primavera, Arya Kshema: Elogios autobiográficos de Mikyo Dorje – Día 8

4 de abril de 2022

 

Estrofa 16 de las Acciones virtuosas

En el octavo día de las enseñanzas de Arya Kshema, El Karmapa comenzó la enseñanza saludando a los khenpos, los lamas, los miembros de la sangha, los hermanos y hermanas del Dharma y a todos quienes ven las enseñanzas, y extendió sus mejores deseos para su salud y bienestar. Anunció que en este octavo día de las enseñanzas de primavera comentará la decimosexta de las Acciones Virtuosas de Mikyö Dorje, según el esquema del comentario de su asistente Sangye Pendruk.

Dentro del tema de la meditación en la bodhichita relativa, tenemos el intercambio por los demás en la meditación y el tomar la adversidad como camino en la postmeditación, que a su vez  diez tiene subdivisiones:

 

1) Tomar el agotamiento de las posesiones como el camino.

2) Tomar el daño como el camino.

3) Tomar el habla como el camino.

4) Tomar las palabras placenteras como el camino.

5) Tomar los sufrimientos como el camino.

6) Tomar el beneficio y la felicidad de las buenas intenciones como el camino.

7) Tomar el actuar con buenas intenciones como el camino.

8) Tomar el que las cosas vayan bien o mal como el camino.

9) Tomar la hostilidad como el camino. 

10) Tomar el apego como el camino.

 

Entre todas ellas, vamos a ver la sexta que es tomar el beneficio y la felicidad de las buenas intenciones como camino:

¿Cómo podría procurar para todos los seres que abarcan el espacio, 

en vez del beneficio supremo de la iluminación,

el bienestar inferior y temporal de la felicidad 

de las existencias y la paz?

Pienso en esta como una de mis acciones virtuosas. (16)

Hay dos comentarios de está biografía. El autor y título de ambos comentarios es el mismo, pero hay una diferencia en cuanto a la longitud de las explicaciones que se dan. Uno de ellos lo obtuvimos de la biblioteca de Drepung y fue publicado por el Vajra Vidya Institute en Varanasi. El otro, del Potala, lo recibí cuando comencé a enseñar la biografía de Mikyö Dorje. Entre estos hay diferencias en el contenido, una diferencia de 2 o 3 páginas de la longitud e incluso ciertas diferencias en los versos raíces. En el futuro me gustaría examinar estos comentarios y comparar las diferencias de los versos raíces. 

Si no dragáis las profundidades del samsara y lleváis a todos los seres al nivel de la budeidad insuperable, podréis llevarlos a los placeres provisionales de los dioses y los humanos o, mejor aún, a los niveles de los arhats, los oyentes y los pratyekabuddhas, pero eso no satisface la intención ni los deseos de los bodhisattvas, que tienen un coraje extremadamente grande. 

 Karmapa Mikyö Dorje tenía una determinación y un coraje iguales a los de Avalokiteshvara. Por lo tanto, lo que mejor le ejemplifica es su gran intención pura. El kadampa gueshe Tömpa dijo: «Atisha no elogió tanto a los oyentes y pratyekabuddhas», puesto que, de alabarlos, muchas personas pensarían que el estado de los shrāvakas es suficiente. Para que la gente no se contentara con este estado, Atisha no los elogiaba tanto. Mikyö Dorje tampoco se alegraba en demasía por los placeres temporales de los seres –sus madres–,  al contrario, consideraba que cuando estos seres obtenían una felicidad relativa, en realidad eran merecedores de compasión. Ellos veían como algo bueno tener esas posesiones, ganancias o situación favorable, pero alguien que ve la naturaleza profunda puede ver que esto también es sufrimiento por naturaleza, que siguen bajo el poder del karma y de las aflicciones y que en realidad esto les va a causar sufrimiento.

En general, en la sociedad tibetana durante la vida de Mikyö Dorje algunas personas decían ser muy benevolentes y que pensaban a largo plazo, y se esforzaban en evitar que las personas enfermaran, fallecieran o que perdieran sus posesiones y su poder. De igual manera, otra cosa que hacían en relación a los monasterios y a los monásticos, es que consideraban muy importante que tuvieran buenas condiciones, hábitos, vestimenta, comida, etc., y se apresuraban día y noche buscando patrocinadores para su comida y vestido. Se esforzaban tanto que ellos no tenían tiempo para cuidarse a sí mismos, para comer o beber y se les iba la vida de esa manera, ayudando de esta manera. Decían pensar a largo plazo y querer beneficiar a los seres y a las enseñanzas, y por eso actuaban de tal manera.

Había otros que también decían ser altruistas, en gran medida y con largo alcance. Ellos temían a los reinos inferiores y, por tanto, buscaban un buen renacimiento, puesto que sabían que de nacer en los reinos inferiores el sufrimiento sería intolerable. Para no tener estos renacimientos desfavorables, protegían la vida de algunos animales condenados a ser sacrificados. Pero aparte de eso, no practicaban otra virtud, simplemente se aplicaban a liberar animales y lo hacían para evitar renacer en los reinos inferiores. Y con relación a los grandes seres que beneficiaban a otros, tenían visiones erróneas hacia ellos, les criticaban, decían estos hablan, hablan y hablan y nunca hacen nada; en realidad, no tienen compasión, no tienen amor, comen carne, hacen distintas cosas; solo hablan y no actúan en concordancia. De esa manera criticaban incluso a los grandes seres.

Algunas personas también decían que tenían una gran benevolencia pensaban incluso aun más allá y comprendían que el samsāra es solamente sufrimiento y tenían miedo del sufrimiento del nacimiento, de la vejez, enfermedad y la muerte. Sabían que la causa de todo esto depende de la mente, la causa está en la mente y sobre todo en los pensamientos. Debido a los pensamientos acumulamos karma y de esta manera surgen todas las cosas desfavorables. Entonces, sí detenemos los pensamientos podremos detener la secuencia del nacimiento; cuando surge un pensamiento no virtuoso, hemos de desvanecerlo en la vacuidad, en un vacío total; pensaban de esta manera. Entonces, iban a un valle despoblado y meditaban en esta vacuidad limitada o parcial. Meditaban así: “no existe nada, no hay nada, todo está vacío, todo es un gran vacío” y no solamente meditaban ellos así, sino que a sus allegados, a sus amigos, también les incitaban a meditar de esa manera, en esa misma vacuidad limitada. Y decían: «Estoy ayudando, estoy impartiendo el Dharma a otras personas para que todos obtengan la liberación y la omnisciencia». 

En la época de Mikyö Dorje, había muchas personas así, pero Mikyö Dorje se preocupaba de qué todos los seres obtuvieran la liberación y la omnisciencia, y pensaba que cualquier trabajo, cualquier labor que les haga obtener esto, tiene que ser hecho. Aparte de esto, no había que ocuparse con las distintas cosas que le pudiesen llevar a los estados de humanos, de los dioses, de los shrāvakas o al nirvāna parcial de los arhats. Pero si algo era para el gran logro de la iluminación, hacia todo lo posible para ayudar, considerando esto lo más importante. Él no se ocupaba en esta felicidad temporal, ni la consideraba importante, ni la procuraba para otros porque si uno tiene apego hacia ellas, esto puede ser un gran impedimento para la obtención de la iluminación insuperable. Además, actuar de esta manera abre la puerta a una gran cantidad de actos negativos que nos harán caer de nuevo en el samsāra y en los reinos inferiores. 

Por ello Mikyö Dorje se esforzaba en poner las causas de la omnisciencia y para ello hacía lo que fuese necesario. Si había una oportunidad de ayudar a alguien a obtener la omnisciencia, él la aprovechada. Pero no se preocupaba con actos floridos y bonitos. Por ello muchas personas criticaban a Mikyö Dorje, le malinterpretaron y decían: «Oh Mikyö Dorje tienes un pensamiento y una visión escueta y estrecha. Si uno está abrazado por las resoluciones y las dedicaciones del Mahayana, todas las virtudes que uno haga se convierten en la causa de la iluminación, esto ha sido dicho.  Entonces, ¿por qué no te interesas en beneficiar a los demás, en proporcionarles comida y ropa? Esto es algo importante y tú no lo haces, con esto no estás haciendo las acciones de un bodhisattva». A menudo le decían esto a Mikyö Dorje y desde una perspectiva esto es verdad, pero hay causas lejanas y causas directas para la omnisciencia, y a veces las causas lejanas pueden impedir la ejecución de las causas directas.

Sin embargo, nosotros a veces vemos que las causas lejanas son importantes y nos ocupamos solamente con ellas, obviando las causas directas de la omnisciencia y menospreciamos a quienes solo se preocupan en las causas directas. Si uno solo considera importante las causas lejanas, uno no es un bodhisattva hábil. 

Pero, a veces, las personas con falta de inteligencia no pueden ver directamente. Por ejemplo, hay una cierta enfermedad con fiebre que da mucha sed, las personas con esta enfermedad quieren tomar alcohol, pues piensan que les va a calmar la sed. Alguien con falta de entendimiento y que solo les quiere aliviar, pero sin sabiduría, le da alcohol, aunque, en realidad, el alcohol les hace más daño. Pero un médico hábil comprende la enfermedad con precisión. El médico experto no le va a dar alcohol al paciente porque sabe que va a empeorar su condición. A veces vemos como importantes las causas distantes para la budeidad y esto obstaculiza las causas directas para las budeidad. 

 

1.¿Cuál es el significado de beneficiar a otros?

En resumen, el significado de la estanza es que básicamente en nuestras vidas siempre estamos realizando alguna tarea y debemos de hacerlas con una buena intención, con la intención altruista alcanzar la budeidad, esto es imprescindible. Aquí hay varios puntos cruciales que hemos de comprender bien: ¿qué queremos decir cuando decimos buenas intenciones o intenciones puras? ¿Cómo se puede desarrollar la intención altruista de alcanzar la budeidad? Y ¿qué es lo que define la virtud? ¿Cuál es la calidad y la cantidad de la virtud? Si entendemos esto, entenderemos el significado del verso 16. 

El primero de estos puntos es qué el altruismo, ¿qué significa beneficiar a los demás? Siempre estamos hablando de altruismo, de beneficiar a otros, pero ¿qué es? En realidad, es tener esa intención de ayudar a que todo le salga bien a otras personas. Para ello, hemos de comprender que es lo bueno para la otra persona.

Sin embargo, cada persona es un mundo, tiene su forma particular de pensar y diferentes criterios. Por ejemplo, algunas personas piensan que si tuviesen mucho dinero, todo iría bien; otras personas piensan que lo mejor es tener una vida longeva y saludable; otras personas piensan que tener la autonomía y soberanía de ganar su propio sustento sería lo mejor; otros piensan que lo bueno sería convertirse en un Dios, en un sabio o algo parecido; en cualquier caso, cada uno tiene su forma propia de pensar. Y con estas percepciones diferentes, ¿cuál es la más importante? ¿Qué es lo mejor? Cada cual piensa algo distinto, alguien ve algo como bueno y otra persona puede que no lo vea como bueno. Por ejemplo, las personas que se han convertido en las más ricas y adineradas de la tierra probablemente piensan que lo mejor para las otras personas sería que también fuesen ricas y adineradas. Por ejemplo, hoy en día, muchos padres sienten la insatisfacción de no haber dejado ningún legado, de no tener ningún logró particular y ponen las esperanzas en sus hijos, en que ellos se conviertan en personas importantes y que logren lo que los padres no han podido lograr. Piensan que los hijos han que hacer esto y les dan este empuje a los hijos para que logren algo importante y se esfuerzan en ayudarles en esto, pero desde la perspectiva del niño, con los padres ejerciendo tanta presión sobre ellos, esto les hace pasar un mal rato a los hijos, les causa una gran dificultad y la causa principal es que los padres consideran que su forma de pensar es la más importante, es la auténtica, es la mejor y no prestan mucha atención a los pensamientos y sentimientos de los hijos. A veces también los hijos pueden infligir daño a los padres; hay distintas cosas. Por lo tanto, lo que es más beneficioso para los demás es un tema muy difícil y complicado. 

¿Cuál es la mejor manera de beneficiar a los demás? Podemos pensar que lo mejor sería hacer que todos fuesen adinerados, poderosos, longevos o famosos. O sino todas estas cosas juntas –larga vida, poder, dinero y fama–. Pero ¿sería esto lo mejor para todo el mundo? Desde el punto de budista, mejor sería liberarlos de los reinos inferiores o liberarlos del samsāra. En realidad, hay distintas opiniones acerca de qué es lo que beneficia a otro y hemos de identificarlo. Hemos de pensar en esto y comprenderlo bien, pues si no sabemos qué es bueno y qué es malo, ¿cómo vamos a beneficiar a los demás? ¿Cómo vamos a proporcionarles las cosas buenas, si no sabemos cuales son?

Tenemos este pensamiento de que esto es lo bueno, pero hemos de saber que no es certero que realmente sea así y hemos de aprender de los demás, tragar nuestro orgullo y estudiar con personas más sabías, personas con prajña, con experiencia, ellos nos van a poder ayudar a discernir, ayudar a ver qué es lo importante y beneficioso. 

Nosotros los budistas ¿de quién aprendemos? Tal como los niños aprenden de su madre, nosotros aprendemos del Buddha, él es quien nos aconseja, nos guía. Pero el Buddha pasó al paranirvana hace más de 2.500 años, por lo tanto no podemos ir a plantearle nuestras dudas directamente, por eso hemos de apoyarnos en el linaje ininterrumpido que ha llegado hasta nuestros días desde el Buddha Shakyamuni y en los consejos que han dado estos maestros acerca qué adoptar y qué rechazar. 

En resumen, el Buddha tenía la sabiduría que comprendía la naturaleza de las cosas directamente y por lo tanto todo lo que enseñó es algo digno de atención y ¿qué fue lo que él dijo? El dijo que lo más beneficioso es el Dharma y por lo tanto hemos de practicar el Dharma.

¿Por qué que necesitamos practicar el Dharma? El Buddha dijo que hemos de practicar el Dharma para obtener la liberación o bien para obtener el nivel de la budeidad. Si somos alguien con esa intención altruista y procuramos el mejor beneficio para los demás, hemos de practicar el Dharma para obtener la liberación y la omnisciencia, eso está muy claro.

La meta final es la budeidad, tanto para nosotros como para los demás, el mayor beneficio es la obtención de la budeidad. Tener plena certeza en esto es un punto crucial, obtener el estado de Buddha ha de ser nuestro objetivo, lo debemos ver como el mayor beneficio. Esto además nos muestra que los demás objetivos, las demás formas de ayudar, no son la forma más elevada de beneficio, no son las formas definitivas de ayudar.

En resumen, el Buddha enseñó que lo importante es practicar el Dharma. El Dharma es lo que procura el mayor beneficio y lo hemos de practicar para obtener la liberación y la budeidad, y esto a su vez, lo que procura el beneficio de los demás, el mayor beneficio. 

 

2. ¿Cuál es la intención altruista más elevada?

¿Qué es exactamente esta intención altruista? ¿Qué es una intención pura y excelente? Es cuando nuestras acciones están cien por ciento enfocadas en beneficiar a otros y no en nuestro propio beneficio. 

En la intención altruista, en tibetano «lhaksam», hemos de comprender el punto crucial. Por ejemplo, tenemos un buey que va a ser masacrado y puede que lo liberemos, ¿es esto algo virtuoso o no? En general evitar que maten un animal es el acto virtuoso de proteger la vida, sin embargo, ¿es virtud o no? No depende exclusivamente de la forma de actuar, esta por sí sola no determina si un acto es virtuoso, porque junto a este acto hay una motivación asociada, una intención. Lo que se ve es la acción de cuerpo y palabra, pero junto con ello hay una motivación asociada que nadie ve. Puesto que nadie la ve puede que la descuidemos y no le demos importancia, podemos pensar “como nadie se da cuenta da igual lo que piense”, existe este peligro. 

En realidad, la motivación es más importante que la acción, la motivación es lo que determina si algo es virtuoso o no. Liberar a un animal con una mala intención no es algo virtuoso.

En realidad, la motivación es quien está en cargo, el cuerpo y la palabra siguen a esta motivación, son como herramientas que utiliza la motivación. 

Por ejemplo, cuando salvamos la vida de un buey, ¿por qué lo hacemos? ¿Por amor al buey o para presumir ser una buena persona? No se puede decir que sea virtud si la motivación no es la correcta.

 

3. Tenemos que cumplir con las virtudes que son de calidad y cumplen con un estándar

La motivación se puede dividir en la motivación causal y la motivación inmediata. Para explicarlo de manera fácil, la motivación causal es el objetivo que tenemos cuando pensamos realizar la acción y la motivación inmediata es en lo que estamos pensando en el momento que realizamos la acción, en ese preciso instante. Si lo explicamos en lenguaje contemporáneo, se trata de la calidad y la cantidad de la acción. La calidad depende, por un lado, del objetivo, de la motivación esto determina la calidad. 

Entonces, hay dos tipos de motivación, la causal y la inmediata. El objetivo para realizar un acto en concreto recae en la motivación causal, esto determina si el acto es virtuoso o no.  En cualquier acto que estemos realizando, lo más importante es tener el objetivo claro. Al realizar la virtud ¿cuál debe ser nuestro objetivo principal? A nivel del Dharma está muy claro, pero en el mundo vemos que uno actúa a veces sin ningún objetivo claro y entonces no se obtiene ningún resultado. Debemos tener claro nuestro objetivo, nuestra meta. 

Nosotros como practicantes del Dharma realizamos diferentes acciones, y es natural, necesitamos medios de subsistencia, alimentos y demás y por eso es necesario trabajar, pero nuestra esperanza última, nuestro objetivo último, solamente es uno y es obtener la budeidad, no ganar dinero. Cuando llegue el momento de la muerte vamos a separarnos de este cuerpo y obtener otro cuerpo, pero no vamos a hacer una mudanza de consciencia porque la consciencia se mantiene, esta conciencia que continúa sin interrupción. Hemos de hacer que esta conciencia sea algo significativo y que tenga el objetivo de la budeidad y que lo tenga de una manera que no cambie, Nuestro objetivo de obtener la budeidad ha de ser claro e inmutable.

S.S Karmapa contó una historia de un maestro Zen en China, que tenía varios discípulos. Los maestros de la China cocinaban su propia comida, tenían una vida independiente. En una ocasión, el maestro enseñó a los discípulos cómo cultivar arroz. Los brotes de arroz han de plantarse brote a brote, rectos y en línea, pero los discípulos lo hacían torcido, inclinado y le dijeron al maestro: «Cuando siembras el arroz, está todo tan derecho y organizado, a nosotros no nos queda así» El maestro comenzó a reír y les dijo: «Ah eso es muy fácil, cuando ustedes plantan el arroz solo ven una cosa, su enfoque es muy reducido, solo miras donde sembraste el último. Hay que coger un punto de referencia y sembrar todos con el mismo punto» y los estudiantes dijeron: «Bien, bien» y continuaron trabajando, pero tuvieron un problema, antes estaba torcido y ahora quedó circular el patrón de siembra en lugar de línea recta. El maestro vio esto y preguntó: ¿En que estaban enfocados cuando hicieron esta siembra?» y los discípulos dijeron: «Nos enfocamos en el buey que está ahí y lo usamos como referencia para plantar el arroz». Entonces el maestro les dijo: «El buey se mueve y por eso el patrón quedó según el movimiento del buey, no es algo estable y por eso quedó así, tienen que usar algo estable como referencia para la siembra». Al final lo consiguieron, había un gran árbol que usaron como punto de referencia y consiguieron sembrar todo recto.

Es algo así para nosotros, necesitamos un objetivo claro y estable y necesitamos una intención pura. Esto significa plantearnos si lo que hacemos realmente va a beneficiar a otro y este beneficio al otro no puede tener interés personal, si hay un poquito de intención personal ya pierde la pureza. Hemos de pensar: ¿cómo puedo beneficiar a otros de una manera verdadera? Es difícil tener una intención verdaderamente pura de repente, hemos de hacerla tan pura como podamos, al menos un cincuenta por ciento para mí y cincuenta por ciento para otros y, poco a poco, aumentar el interés hacia el otro, al menos un poco mayor para el otro. Esa es la motivación causal.

Luego cuando estás realizando la acción, en el momento concreto que haces la labor ¿cuánto interés estás poniendo en los demás? ¿Cuán pura es la intención en ese momento preciso de beneficiar a otros? En resumen, cuando practicamos la virtud, si es virtud y el grado de virtud recae en la motivación.

 

La Cantidad de Virtud

Esto nos habla de la calidad de la virtud, pero también está la cantidad y esto también es algo importante de considerar. ¿Qué tan vasta debe ser nuestra práctica de la virtud? ¿Cuántas veces hemos de practicar la virtud? Por ejemplo, alguien piensa: “Cada día de mi vida he de liberar animales y eso será una gran ola de virtud”. Pero no es certero que eso sea una gran ola de virtud, depende de la calidad de la acción, cuánto interés ponemos en hacerla y de si nos aplicamos de corazón. La vastedad de la virtud no viene dada por el número de actividades. Por ejemplo, en el Tíbet, hoy en día, la situación económica ha mejorado en general y muchas personas tienen algo de dinero y compran ofrendas y artículos rituales costosos y compran una enorme cantidad de banderas de oración, tanto que terminan contaminando la tierra y el agua. Incluso si las banderas están mal colocadas, pueden ocasionar la muerte de animales y esto es algo que debemos considerar. El punto principal recae en que nosotros no tenemos la misma visión pura, fe y confianza que tenían los maestros del pasado y por ello hoy en día ponemos las esperanzas en la cantidad de ofrendas y pensamos que así se hace una gran ofrenda, pero ¿estas ofrendas numerosas mueven nuestra mente? No se trata de cuan vasta sea la ofrenda, sino de nuestra mente, cuanta generosidad tenemos en nuestra mente. No depende del dinero, porque si no diríamos que solo los ricos acumulan mérito. ¿Cómo acumuló merito el Buddha cuando practicó la austeridad seis años y no tenía ni que comer? Lo que hace una gran ola de virtud no es la cantidad y las repeticiones, lo principal es la mente y hemos de comprenderlo muy bien.

De la misma manera, hemos de estar en concordancia con el tiempo y lugar en el que nos encontramos. No hay que aferrarse a un solo tipo de acción virtuosa pensando que es la única forma de practicar la virtud pensando que es la tradición y despreciar otros tipos de virtud. Hemos de usar todos los métodos que tengamos para beneficiar a los seres. Por ejemplo, hoy en día la gente se preocupa por la calidad de los alimentos para tener una buena salud y cuando pensamos en nutrición algo importante es un balance entre cantidad, calidad. Es importante comer distintos tipos de alimentos, por ejemplo, en cuanto a proteínas tenemos las legumbres, el tofu y esto da proteínas al cuerpo, pero si uno solo come proteínas el cuerpo no estará bien y habrá peligro de enfermedades como reumatismo y gota, por lo tanto, hemos de comer alimentos variados.

Del mismo modo, cuando practicamos la virtud no debemos apegarnos a un solo método o forma de practicar las acciones virtuosas. Hay quien piensa que liberar animales es el mejor método y solo practica esto y cosas parecidas. Desde un cierto punto de vista, está bien, pero si te apegas a un solo tipo de virtud y piensas que las demás virtudes no son importantes incurres en un error. Por ello, hemos de aprovechar cualquier método que podamos para practicar la virtud y para proporcionar mayor beneficio.

En resumen, al practicar la virtud hemos de usar nuestra inteligencia pensando en lo que hacemos, con sabiduría, análisis, prajña y este es un punto importante que debemos recalcar.

 

Decimoséptima Acción Virtuosa. Tomar las buenas intenciones como camino

El Karmapa continuó con la decimoséptima Acción Virtuosa que es tomar las buenas intenciones como camino.

 

Para obtener la iluminación en beneficio propio y de los demás seres 

se debe abandonar la pereza, la depresión el miedo y la fatiga

y fortalecer la creciente diligencia imparable. 

¿Cómo podría dejar que mi práctica fuera inconsistente en esta y otras vidas?

Pienso en esta como una de mis Acciones Virtuosas. (17)

 

En la época de Mikyö Dorje, muchas personas decían tener un amor y compasión tan intensos que eran insoportables y estudiaban los sūtras por décadas, estudiaban debate y luego seguían estudiando rituales para los fallecidos, prácticas airadas etc.; no estudiaban todo el tantra sino estas  prácticas que se hacen para los fallecidos y aportan ofrendas y comida a quien las hace. En algún punto, dirían: «He estudiado tanto el Dharma, lo he interiorizado y ahora me voy de retiro unos años a la montaña». Luego vuelven y se olvidan de lo que habían estudiado, pero salen con mucho orgullo proclamando: «Tengo una experiencia asombrosa de la meditación,  tengo un grado de experiencia y realización alto». Se ponen orgullosos, pero si comparamos su práctica con la de los tres tipos de individuos, no hay correspondencia.

En las escrituras del Camino Gradual se dice con claridad lo que se ha de adoptar y lo que se ha de rechazar y está todo tan claramente expresado que no hay lugar para inventar nada. Sin embargo, ellos dicen: «El Buddha dijo muchas cosas, pero eran formas de hablar, no era necesariamente verdadero, mucho era significado provisional, realmente no se puede decir que todo sea certero. Para practicar el Dharma de verdad hacen falta las instrucciones de los santos lamas que han obtenido la soberanía y la libertad, que han realizado la naturaleza tal cual es y han dado instrucciones orales, eso es lo que necesitamos». Entonces, dan sus propias instrucciones y se aplican a las actividades de enseñar, escribir y debatir para ganar fama y reputación.

Otros piensan: “Yo no puedo hacer este tipo de trabajo vasto, realmente mi vida se agotará antes de acabar todo este trabajo, es demasiado. Alguien me puede matar o puedo morir de manera natural antes de acabar este trabajo y por lo tanto no voy a trabajar mucho”. Caen bajo la pereza y van a un lugar donde todo les sea fácil y les hagan ofrendas por hacer poca cosa. Se engañan, practican un poquito de virtud y se quedan contentos mientras la gente piensa: “Es un Lama” y él piensa: “Lo estoy haciendo bien, tengo discípulos y patrocinadores”. Tiene discípulos porque les habla agradablemente.

Mikyö Dorje no actuaba igual, él pensaba que había que dejar de realizar un pseudodharma que perjudica a uno mismo y a los demás. El decía: «Lo mejor es beneficiar directamente a otros, pero si no puedes, benefícialos de manera indirecta. Con el objetivo de beneficiar a los seres, practica la virtud. Primero has de comenzar no dañando a los demás y si puedes enseñar el Dharma, enseña; aplícate a la contemplación, meditación, reunir monjes, sostener monasterios, construir estupas y estatuas. Todas tus intenciones y acciones para aumentar el mérito se convertirán en causas para la iluminación, pero si no tienes la intención de que sean de beneficio de los seres o si las tienes pero en poca medida y al final terminas haciendo daño, entonces todo carece de sentido. Puede que tengas un nombre muy bonito y florido pero si realizas actos que dañan a los demás no serán la causa de la budeidad».

Nosotros a veces nos preocupamos de tener un buen aspecto externo y un buen nombre, pero esto nos engaña y pensamos que hacemos algo para beneficiar a los demás y otras personas puede que lo vean de esta manera, pero no lo será. Hemos de examinar las cosas muy bien, esto es muy importante, cuando practicamos el Dharma debemos preguntarnos: ¿Estoy practicando de una manera adecuada y auténtica? Hemos de examinarlo. Si somos practicantes del Dharma, no debemos engañarnos a nosotros mismos, sino hacer una práctica que procure beneficio, hemos de practicar para obtener un buen resultado, hemos de examinarnos continuamente para ver si estamos practicando el Dharma de manera pura o no, examinarnos a nosotros mismos.

 

El ejemplo de Milarepa

Milarepa, antes de morir, reunió a sus discípulos e hizo un testamento final. El carecía de posesiones, tenía un bastón de madera, un sombrero y una túnica de algodón, y dijo que estos eran para Gampopa, para que se lo hicieran llegar a Gampopa. También tenía otro bastón y otro ropaje de algodón, y dijo que estos eran para Rechungpa. Así les dio a sus discípulos principales alguna cosita. En relidad, no tenía mucho para dar, a parte de cortar su hábito y repartirlo, no tenía más para dar, pero dijo algo muy peculiar: «Bueno, sí que tengo un poco de oro que está escondido detrás de mi cueva de retiro, después que muera, desentierren ese oro y repártanselo». Los discípulos quedaron sorprendidos: «¡¿Milarepa tiene oro?! Nunca pensé que Milarepa tuviera oro». Algunos pensaron que no tenía oro, otros pensaron: “¿Cómo un Lama como Milarepa va a tener oro?” En cualquier caso, al final, después de la muerte de Milarepa, los discípulos fueron a buscar el oro detrás de la cueva de retiros, al fondo había una bolsa envuelta en tela y la abrieron y no había oro, había tres piezas de melaza, un trozo de tela y un cuchillo, además de una nota de Milarepa que decía: «Corten el azúcar y repártanlo entre ustedes. Cortad la tela hasta que se agote y quédese cada uno con un pedazo. Puede que alguno piense que yo Milarepa tengo oro, los que piensen que tengo oro coman mierda». Esto fue dos o tres días después de la muerte de Milarepa y todos estaban muy tristes y abatidos, y al leer la nota todos comenzaron a reír muy fuerte.

Milarepa no tenía nada realmente, pero se esforzó por hacer esta broma para sus discípulos. Nosotros no pensaríamos en hacer una broma en el momento de nuestra muerte, pero Milarepa no estaba preocupado por sí mismo, lo hizo para animar a sus discípulos, para que recuperaran la alegría después de su muerte. Esto nos muestra que estos grandes Mahasiddas no eran de piedra, sino que tenían su personalidad y alegría. También nos muestra que Milarepa realmente se preocupaba por sus estudiantes y que no tenía ningún apego a las cosas del mundo, pero al decir «Tengo oro», los discípulos se sorprendieron y algunos realmente pensaron que Milarepa tenía oro, otros estaban seguros de que no. Esto fue una enseñanza para los discípulos.