Enseñanza de primavera, Arya Kshema: Elogios autobiográficos de Mikyö Dorje – Día 3

 

En el tercer día de enseñanzas El Karmapa comenzó con saludos de bienestar para todos y anunciando que completaríamos la estrofa 10 y veríamos la estrofa 11 de las Acciones virtuosas de Mikyö Dorje.

 

Intercambiarse por los demás

El punto principal de la estrofa 10 es la práctica de intercambiarse por los demás, muchas personas piensan que generar el intercambio por los demás es solamente una práctica del Mahayana y que no tiene nada que ver con nuestra vida cotidiana, pero si examinamos las situaciones de nuestra vida cotidiana, en relación a nuestros padres, pareja, compañeros de vida, amigos, esas personas que queremos de corazón, en realidad podemos intercambiarnos, sacrificarnos por ellos. Cuando les encontramos con dificultades podemos pensar y decir que es mejor que me ocurra a mí a que les ocurra a ellos, deseamos asumir esas dificultades sobre nosotros y justamente esta es la práctica de intercambiarse con los demás. 

Sin embargo, lo que cambia es la amplitud del enfoque y la intención más vasta. Esa es la diferencia entre ese intercambio cotidiano con los demás y la práctica del lojong, el intercambio con los demás dentro del entrenamiento mental.

Ahora que estamos reunidos aquí podemos pensar un momento en alguien que queramos. Si a esa persona un día le ocurre una catástrofe, alguna desgracia, nosotros lo vamos a sufrir con ella, lo experimentaremos como si nos ocurriese a nosotros mismos; será un sufrimiento que no podremos soportar y llegaremos al punto de desear tomar su sufrimiento para que esa persona no tenga que seguir sufriendo. Surge este intercambio por los demás, queremos intercambiarnos por esa persona. Esto es algo que todos hemos experimentado en algún momento. No hay nadie que no lo haya experimentado en lo absoluto o en alguna u otra medida. Y puede que ahora lo sintamos en poca medida, pero eso no significa que no lo podamos experimentar en una medida mayor.

El intercambio por los demás no es algo inalcanzable, no es algo muy lejano ni algo que vaya más allá de nuestro pensamiento, puesto que puede surgir naturalmente en cualquiera de nosotros. Sin embargo, lo sentimos hacia las personas que nos agradan, hacia nuestras personas cercanas. Nos podemos intercambiar con los demás sin entrenarnos, pero el intercambio que se propone en el entrenamiento mental no lo podemos hacer naturalmente, porque también incluye a nuestros enemigos.

La diferencia con el entrenamiento mental es que el enfoque es más amplio, la intención más vasta. Nos podemos intercambiar con las personas que queremos, por las que sentimos afecto, queremos que sean felices, tenemos esta esperanza, este deseo y hacemos lo que sea necesario para que esta persona sea feliz y por eso nos intercambiamos con ella o deseamos intercambiarnos; pero desde la perspectiva de la práctica del entrenamiento mental, lo que se propone es intercambiarnos con absolutamente todos los seres, desear que absolutamente todos sean felices. Hemos de tener esa intención, ese deseo. Extender ese amor y preocupación que tenemos hacia nuestros seres allegados, hacia todos los seres, expandirlo, desarrollarlo para que abarque a todos. Desear realmente la felicidad de todos los seres es algo difícil para nosotros, todos sabemos que no es fácil.

El punto crucial de si podemos entrenarnos o no en el entrenamiento mental es si podemos sentir el mismo amor hacia todos los seres, tal como el que sentimos por nuestros allegados. Ese es el punto, querer a todos los seres como a nuestros allegados, esforzarnos en generar este amor que abarca a todos los seres. Y este es un cambio muy grande de perspectiva. 

¿Cómo generar amor hacia las personas que no conocemos? No es fácil sentir amor hacia los enemigos, la gente que nos ha hecho daño, los que nos tienen odio y los que se pueden llamar enemigos o adversarios. Cuando estas personas, nuestros adversarios, sufren o tienen dificultades, se nos hace muy difícil pensar: “Pueda yo experimentar este sufrimiento en lugar de ellos”.

Es muy fácil generar este amor hacia nuestros allegados, pero es difícil generarlo hacia los desconocidos y aún más difícil generarlo hacia nuestros enemigos. Usualmente con las personas, con las que no tenemos mucha conexión, las que no conocemos, pensamos este no es mi amigo y no tengo por qué ayudarle, ni sacrificarme por él, ¿qué razón tendría para hacerlo si ni siquiera le conozco? Y con un enemigo tenemos aún muchas más razones para no intercambiarnos con ellos, ¿por qué le tengo que ayudar? Pensar así surge de manera natural.

Hacia nuestra madre o nuestro hijo, tenemos esa noción de que son importantes y tenemos este amor hacia ellos, pero cuando son seres que no conocemos como los burros, los caballos o los enemigos, ¿por qué tendríamos que intercambiamos con esas personas que no conocemos? Poder entregarnos a todos los seres, poder sacrificarnos por todos los seres depende de si los podemos llegar a apreciar o no. Si podemos generar este aprecio y este cariño hacia ellos, eso es lo importante. Por esto Geshe Langri Thangpa en sus Ocho versos comenzó diciendo: «Viendo a todos los seres como siendo superiores a la joya de los deseos» Es decir los consideramos más valiosos que la joya de los deseos, lo que quiere decir que todos los seres no son solamente importantes, sino que son más importantes que nosotros mismos. Hemos de verlo desde esta perspectiva, ver que los seres son incluso más importantes que nosotros.

Podemos decir que todos los seres son importantes, pero solo decirlo no beneficia. Hay muchas razones por las que son más importantes que nosotros, pero la razón principal es que si no nos apoyamos en los seres, no podemos acumular mérito y tampoco podemos purificar los oscurecimientos. No hay manera de convertirse en un Buddha. Poder llegar a un piso elevado depende de si hay escalera o no, igualmente los seres son quienes nos permiten convertirnos en un Buddha y por lo tanto son de extrema importancia. Hay muchas maneras de reunir las acumulaciones gracias a los seres.

Pero ¿por qué intercambiarse por los demás es tan importante? Vamos a dar un ejemplo que muestra su importancia. Nosotros de manera habitual para poder sobrevivir necesitamos dinero, todo el mundo se esfuerza muchísimo para ganar dinero. Ganar dinero para la comida, bebida, vivienda, por eso necesitan dinero, por eso trabajan, puesto que si no trabajan no van a comer nada y por lo tanto todo el mundo acumula dinero, gana dinero y en general se puede decir que les gusta el dinero, puesto que sin el dinero no pueden hacer nada. 

Desde la perspectiva del Dharma necesitamos también tener esta abundancia de buenas condiciones para practicar el camino, porque no podemos practicar el camino sin las condiciones favorables y para que se den todas estas condiciones favorables hemos de acumular mérito. Para encontrar un maestro, para tener todas las condiciones necesarias para el Dharma, es necesario tener mérito, sin mérito no se puede. Por lo tanto, acumular mérito es algo así como ganar dinero. Y ¿cómo ganamos dinero? No hace falta que lo expliqué mucho, todos lo sabemos y cada cual puede ver el esfuerzo que hace para ganar dinero.

Todos los negocios se hacen para para ganar dinero, trabajamos y a cambio recibimos dinero que es el capital principal para obtener todo. Cuando practicamos el Dharma el capital principal sería el mérito, que es como nuestro dinero que nos permite obtener todo lo necesario. Y ¿cómo acumular mérito? Es similar a trabajar, hemos de intercambiarnos con los demás, esta es la práctica principal para poder ganar mérito. Y ¿cómo hacemos este intercambio con los demás? Hemos de tomar su sufrimiento y darle nuestra felicidad a los demás, este es el intercambio que procura la acumulación de mérito.

Es similar en cierta manera a lo que hacemos para ganar dinero, pero ¿cuál es la diferencia? Con el dinero solamente podemos conseguir cosas materiales, el dinero solamente nos va ayudar en esta vida, en cambio, la acumulación de mérito nos va a beneficiar en todas las vidas venideras y esa es una gran diferencia. Otra diferencia es que nosotros trabajamos para ganar dinero y a veces no se obtiene todo el salario que se merece, puede que el jefe no le dé todo el dinero que le tenía que dar, o le baje el sueldo. Pueden ocurrir muchas cosas diferentes. O que uno gane mucho dinero, pero luego se devalúe y finalmente no acaba siendo mucho. Lo podemos ver en el mundo, en todos los problemas que tiene la economía mundial; pero el mérito que ganamos al intercambiarnos con otros, se obtiene completamente, no hay nadie que nos vaya a quitar algo de mérito y tampoco está sujeto a condiciones súbitas que hagan que decrezca su valor, no hay devaluación del mérito, por lo tanto acumular méritos es un negocio mucho más certero, mucho más seguro que acumular dinero.

Por ejemplo, si una persona tiene mucho dinero eso cambia un poco la economía y además el dinero viene de los pobres y si alguien es muy rico está haciendo a los demás más pobres. Pero eso no nos va a ocurrir con la acumulación de mérito, en realidad, todo el mundo se beneficia y tampoco hay límite al mérito que podemos acumular. Así que hemos de esforzarnos todo lo que podamos en acumular mérito. Y ¿cómo es esto de acumular mérito? Podemos pensar en las dos acumulaciones como la moneda que nos puede ayudar en esta vida y en todas las demás vidas. No es como el dinero que tienes, y si vas a otro país tienes que hacer un cambio monetario, esto no existe. Entonces, ¿qué hacemos acumulando dinero el lugar de acumular mérito?

Consideremos que lo que poseemos ahora es el fruto kármico de lo que hicimos en vidas pasadas, y estamos gastando el mérito de las vidas pasadas ahora. Si seguimos gastando este mérito sin acumular nuevo mérito, se nos va a agotar y se acabará todo nuestro crédito meritorio. Por ello, ahora hemos de utilizar todas estas cosas que tenemos gracias al mérito, para acumular más mérito. Si simplemente las gastamos y no las aprovechamos para acumular más mérito, se nos van a agotar. Hemos de invertirlas, hacer que aumenten y que no se desvanezcan, además, hacer que ganen intereses. Por lo tanto, hemos de acumular todo el mérito que podamos con las buenas condiciones que tenemos ahora.

Cuando se escucha la palabra inversión las personas se interesan porque piensan que van a ganar mucho dinero. Se entusiasman en poder hacer una buena inversión y ganar algunos millones de dólares y piensan que sería maravilloso convertirse en millonarios. Se esfuerzan en todo lo posible para ganar mucho dinero, pasan por grandes dificultades y quizás solo puedan llegar a ser un poquito más ricos que las personas a su alrededor, pero tampoco va a conseguir gran cosa. En realidad, el mejor modo para convertirse en alguien rico es tener un buen renacimiento favorable, con el mérito necesario para la riqueza. Si quieres convertirte en el próximo multimillonario lo puedes hacer acumulando mérito. Y ¿cómo tener este buen renacimiento? Solamente hay un medio para hacerlo y es acumular mérito, no hay nada que no se pueda obtener gracias al mérito. Con el mérito se pueden obtener muchas más cosas que con el dinero. En este mundo hay muchas cosas que el dinero no puede comprar y, además, el que uno tenga dinero o no también depende del mérito.

Pensamos que el dinero es importante, pero si pensamos en términos más vastos como todos los mundos y todos los universos, ahí el dinero no es lo importante, pero el poder de la acumulación de mérito abarca todo el espacio. El mérito beneficia a través de todo el espacio, a todos los seres, por lo tanto, no hay nada mejor que acumular mérito para obtener toda la abundancia de todos los universos.

Nosotros ahora no comprendemos las causas, las condiciones y la importancia de acumular mérito y por lo tanto pensamos que acumular mérito no es muy importante y no nos esforzamos en ello. Pero si no acumulamos méritos existe el peligro de que perdamos todo lo que tenemos, por lo tanto, aunque no podamos intercambiarnos por los demás, podemos hacerlo a nivel mental, generar está intención. Solamente pensar en intercambiarnos con los demás genera una gran acumulación de mérito. No se trata de pensarlo de una manera casual o superficial, sino pensarlo de corazón, con una motivación pura, de lo contrario no va a beneficiar a los demás. Hemos de ver que gracias a todos los seres podemos completar las acumulaciones.

Hemos de pensar que todas las personas que vemos, que escuchamos, son nuestros benefactores. Este ser que veo, del que oigo hablar o al que escucho es mi benefactor porque me permite acumular mérito. Realmente me beneficia. Así es como hemos de pensar en ellos. Este ser me está dando la oportunidad de acumular mérito, que lo acumule o no depende de mí. Esta es la práctica de intercambiarse con los demás.

 

Onceava Acción virtuosa 

La meditación en la bodhichitta relativa tiene dos aspectos: el intercambiarse uno mismo por otros en la meditación y tomar la adversidad como el camino en la post-meditación. 

Y el verso 11 trata el segundo aspecto, tomar la adversidad como el camino en la post-meditación, que a su vez tiene diez tiene subdivisiones:

– Tomar el agotamiento de las posesiones como el camino.

– Tomar el daño como el camino.

– Tomar el habla como el camino.

– Tomar las palabras placenteras como el camino.

– Tomar los sufrimientos como el camino.

– Tomar la felicidad y el beneficio como el camino.

– Tomar el actuar con buenas intenciones el camino.

– Tomar el que las cosas vayan bien o mal como el camino.

– Tomar la hostilidad como el camino. 

– Tomar el apego como el camino.

 

La primera es tomar el quedar despojado de riquezas como el camino y la estrofa que le corresponde es:

Ofrecí a los seres lo que tenía, sin aferramiento.

Cuando me atacaron con malicia por ello,

pensé: “Esto purifica mis actos negativos”.

Como un mendigo que encuentra un tesoro, me regocijé.

Pienso en esta como una de mis acciones virtuosas. (11)

 

Entre las 63 acciones virtuosas esta es la onceava de esta autobiografía. Hay seres con mentes incivilizadas que quieren evitar que uno realice los actos positivos como los de generosidad y quieren hacer impuras las intenciones positivas como las generosas y demás. Al respecto, le decían a Mikyö Dorje: «Una generosidad y una disciplina como estas no se convertirán en el camino de la gran iluminación, ese no es el camino Mahayana». Él vio que con toda la práctica de las trascendencias a fin de liberar a los seres de los extremos de la existencia y de la paz, las distintas clases de obstructores, de maras, intentarían hacerle obstáculos, diciendo este no es un trabajo que te ayude a ti o a los demás, como si le quisieran dar un buen consejo para intentar cambiar su opinión. Eso le ocurrió muchísimo a Mikyö Dorje, y las personas que le decían esto, eran maras o los demonios, pero sin cuernos o colmillos.

Los seres que obstaculizan nuestra práctica del Dharma pueden ser seres humanos o no humanos. Sea lo que sean, ellos serían los obstáculos, los maras. Cuando aparecen ¿qué es lo que tenemos que hacer? Enfocar nuestra mente, tener determinación y pensar me están intentando engañar, enseñando el camino equivocado, no me están indicando el camino auténtico. Pensar esto con certeza y darnos cuenta de que esa persona que nos obstaculiza está intentando engañarnos. No hemos de enfadarnos, sino pensar que ese ser desde tiempos sin principio en el samsara ha acumulado mal karma y ahora piensa que tiene que crear obstáculos a nuestro buen cometido de la iluminación. Si esos planes le funcionan, si se cumpliese lo que desea: el impedimento a nuestro camino, entonces, en el futuro, experimentará una maduración kármica terrible. Así que pensando en uno mismo y en la otra persona, hemos de seguir desarrollando antídotos más fuertes que antes y esto será de beneficio para uno mismo y para los demás. Cuando surgen obstáculos, uno piensa que no los puede sobrepasar, pero uno no se debe agotar, uno debe plantarles cara a los obstáculos y fortalecer los antídotos aún más que antes, para poder sobrellevarlos, y hacer esto también para que el ser que nos intenta obstruir no tenga la maduración kármica de haber sido quien nos obstaculiza; no dejar que nos obstaculice por su propio bien, eso es importante.

¿Cómo podemos aplicarnos con diligencia para salir victoriosos en la batalla con los maras? Para ello no hemos de caer bajo ningún obstáculo en nuestro camino del despertar, no importa lo que nos digan los demás, hemos de ser sordos a palabras necias y evitar caer bajo la influencia de los obstáculos. Tener valor y confianza para poder hacer esto y mantenernos estables, si nuestra mente no es estable cuando surgen las circunstancias adversas, estas nos van a hacer tambalear.

En esta época degenerada los buddhas y los bodhisattvas han abandonado sus propias necesidades y han venido al mundo para realizar el bien de los seres, pero debido a que los seres tienen emociones perturbadoras muy fuertes y un gran karma negativo, estos buddhas y bodhisattvas no pueden cumplir su intención, ven muy difícil desarrollar una vasta actividad e incluso aunque tengan una actividad, los resultados del mal karma de sus alumnos son tan poderosos que puede que su actividad se convierta en un mal medio de vida. 

Esto ocurrió en la época de Mikyö Dorje, sus estudiantes eran revoltosos y tenían un gran karma negativo, pero él fue capaz de beneficiarles. Con sus estudiantes y hacia los que estaban en su séquito –en el que habían buenos y malos discípulos, pero, en realidad, la mayoría eran malos o tenían fuertes negatividades– Mikyö Dorje siempre era generoso con todos, realmente extremadamente generoso con las cosas materiales y también en protegerlos de cualquier peligro, en otorgarles lo que necesitaran. Hizo grandes actos de generosidad de cosas materiales y también de protección hacia sus estudiantes, hacia su séquito e incluso hacia sus enemigos mostró una gran bondad. Pero estos seres, a pesar de que él actuase de esa manera, tenían una gran habituación al hurto, al robo, al bandolerismo. 

Algunos se enfadaron con Mikyö Dorje y le robaron las cosas y ¿cómo pudo ocurrir eso? Antes de que Mikyö Dorje fuese reconocido como el Karmapa había dos candidatos, y las personas del Gran campamento pensaban que él no era el auténtico tulku y apoyaban al otro. Al final, Mikyö Dorje llegó a ser reconocido plenamente y entronizado como Karmapa, por eso recibió una montaña de riquezas y regalos de China y del Tíbet, pero como no tenía apego a ninguna de ellas, daba grandes regalos. Cuando se convirtió en El Karmapa, el Gran campamento de los karmapas tenía mucha majestuosidad, una gran abundancia de riquezas, pero Mikyö Dorje no tenía apego a esas posesiones y riquezas y las regalaba a sus estudiantes y a las personas de su entorno. Daba miles de ladrillos o de bolsas de té (hacían ladrillos con el té muy compacto), también dio mulas cargadas de oro y plata, otros animales de carga, caballos y ganado. Repartió muchas ofrendas.

Esas personas ordinarias se convirtieron de repente en personas ricas gracias a la extrema generosidad de Mikyö Dorje quien nunca les dijo: «¡Te he hecho un gran regalo!», es imposible que dijera algo así, nunca lo dijo. Sin embargo, esas personas que recibieron todos esos regalos no tenían ningún tipo de gratitud hacia él, querían mucho más e intentaban conseguir todo lo que pudieran. Les daban algo y aún querían más y más y más, como si estuviesen reclamando un préstamo sin quedar nunca satisfechos. Siempre querían más y no solamente no le tenían gratitud, sino que utilizaron las cosas que les dieron para causar daño. Incluso le decían: «Tú eres El Karmapa gracias a nosotros, si no fuese por nosotros no serías El Karmapa, tú no sirves para nada y realmente los bondadosos somos nosotros que te hemos nombrado Karmapa, sin nosotros no podrías hacer nada» o «Mikyö Dorje haz las cosas bien porque sino habrá problemas», le decían ese tipo de cosas.  

En realidad, no tenían nada de gratitud hacia el Karmapa y uno pudiera pensar que Mikyö Dorje se debería haber enfadado con ellos, pero él no lo hacía.  Decía: «Está madurando el karma de malgastar las provisiones de los bodhisattvas del pasado y por eso ahora desperdician mis provisiones, por eso es que los demás me hacen daño ahora, por mi karma negativo del pasado. Es mi maduración kármica, entonces, ¿para qué les voy a estar persiguiendo y viendo a dónde pararon estas provisiones que ahora estarán por todo el Tíbet? No puedo realmente rastrear todas estas cosas a ver dónde han parado. Será más beneficioso si simplemente permanezco con indiferencia dejando que hagan lo que hagan, porque realmente no podría domar a estos seres persiguiéndolos para averiguar dónde han parado estas cosas». 

Nunca les criticó, nunca hablo mal de ellos y tampoco se vanaglorió de si mismo diciendo: «¡Oh es que he sido tan generoso y les he protegido tanto!». Cuando la gente le devolvió su ayuda con daño, vio que si les continuaba ayudando eso sería un gran tesoro de resultados virtuosos, habría un gran beneficio. Grandes ofrendas de los anteriores karmapas fueron robadas, las personas cogían todo lo que podían y el Karmapa no hizo nada al respecto, simplemente les siguió cuidando con el mismo cariño y amor que antes. Cuando hablaba con ellos lo hacía de una manera muy relajada, los miraba bien y no exponía los defectos ocultos de otras personas para que no se sintieran avergonzados. El comprendía que esto ocurrió porque sus corrientes mentales no habían sido domadas. Pensaba de esta manera, que por un lado ellos estaban así porque sus mentes no habían sido domadas y que esto era una buena oportunidad purificar sus deudas kármicas desde tiempo sin principio, además, los veía como sus maestros que le mostraban que la riqueza y las posesiones carecen de sentido, ¿no es esto lo que hace maestro espiritual? Estas personas estaban siendo su maestro espiritual porque le mostraban la futilidad de las riquezas y posesiones.

Hoy en día ocurren cosas similares, personas que nos quitan nuestras posesiones y debemos ver esto como la purificación de nuestro karma negativo y aceptarlo.  «Si seguimos acumulando karma negativo por enfado y demás, nosotros y los demás renaceremos en los infiernos, pero si tomamos esto como una ayuda en el camino del despertar, no hay mejor método para acumular karma y purificar las oscurecimientos y por lo tanto para obtener la budeidad» Eso lo dijo Mikyö Dorje.

El Buddha dictó ciertas normas acerca del sustento monástico, como que tiene que ser a partir de la limosna y que por lo tanto tendrían que verse como mendigos. Sin embargo, hay una diferencia entre un mendigo y un monje, y ¿cuál es esta diferencia? Los monjes obtienen su comida, ropa y demás a partir de personas que las ofrecen con fe. Esta es la distinción. A estas riquezas, alimentos, posesiones que se les ofrecen a los monjes se les llama el alimento de la fe, porque han sido ofrecidos a través de la fe y la confianza. Las personas que las ofrecen han pasado por muchas dificultades para poder reunirlas y ofrecerlas. Las ofrecen con fe y confianza hacia los monásticos y por lo tanto los monásticos han de considerar estas ofrendas que reciben como algo muy importante, como algo muy valioso. Y ser cuidadosos con ellas, esto es algo de suprema importancia. 

En las escrituras del vinaya se enseñan cinco formas de utilizar las ofrendas de los fieles, de los devotos:
 la primera, utilizarlas como propietario; la segunda, usarlas aceptando lo que ha sido dado; la tercera, usarlas de la manera permitida; la cuarta, usarlas como un hierro al rojo vivo; y la quinta, utilizarlas como un préstamo. 

La primera, utilizarlas como un propietario es para los arhats que están más allá del aprendizaje, las usan como sus propias cosas, es permisible.  La segunda es para los que han entrado a la corriente y aun se están adiestrando, ellos las usan aceptando lo que se les da. Por ejemplo, uno no es el dueño de estas cosas, pero el dueño nos las ha dado y las podemos usar, pero no somos los dueños. La tercera es para los individuos ordinarios, pero que tienen disciplina y se esfuerzan en la virtud, se esfuerzan en la meditación, en la recitación, en las prácticas de shamata y demás, ellos las pueden utilizar de la manera permitida. Uno no es el dueño de las cosas, pero el dueño te deja utilizarlas, esto permite utilizar las ofrendas pero no considerándonos el dueño y eso es importante que lo entendamos. 

El donante más importante del Buddha fue Anāthapindika que vivía en Shravasti e invitó al Buddha y a su entorno para ir a Shravasti, el tenía muchas telas para hacer ropajes y hábitos y quiso ofrecérselas a los monjes. Así que invitó al Buddha y a sus acompañantes al parque de Jeta e hizo todos los preparativos. Anāthapindika le preguntó al Buddha: «¿Cuál es el mejor receptáculo de una ofrenda?» y el Buddha le dijo: El mejor receptáculo de una ofrenda es la sangha. Entre ellos, el mejor campo, el mejor receptáculo de las ofrendas son los nobles que ya han culminado el adiestramiento y los que se están adiestrando. Sobre todo, hacer una ofrenda a los que han culminado el adiestramiento producirá un gran resultado». Anāthapindika se alegró muchísimo porque ya sabía a quien hacerle las ofrendas.

Y comenzó a hacer ofrendas de ropajes a los Bhikṣus y le dijo: «Ustedes que son el mejor receptáculo de las ofrendas, dignos de postración y homenaje, son el mejor campo y por ello les voy a dar todas estas ofrendas que les tengo preparadas» y se propuso a repartirlas. Entre los monjes de la sangha algunos eran arhats, otros que estaban en el camino, pero otros eran solamente seres ordinarios con grandes aflicciones. Todos ellos decían: «No tenemos cualidades». El Buddha siempre les aconsejaba practicar la virtud y abandonar la negatividad y, además, les instruía a esconder sus cualidades y revelar sus defectos, entonces, se encontraban con el problema de que si aceptaban estas ofrendas estarían diciendo que son alguien con cualidades, digno de aceptar las ofrendas. Así que los arhats que eran los mejores receptáculos de las ofrendas no tomaban las ofrendas, no las querían tomar porque no querían decir que tenían cualidades.

Otros que habían abandonado bastante las aflicciones, pero no del todo, decían: «Nosotros todavía tenemos muchas aflicciones, no somos realmente receptáculos apropiados» y no aceptaban las ofrendas porque sabían que tenían todavía oscurecimientos. Entonces solo quedaban los monjes ordinarios que no habían eliminado  las aflicciones y ellos decían: «Pero si ni siquiera hemos comenzado a eliminar las aflicciones, ¿cómo podríamos tomar estas ofrendas?» y tampoco las aceptaron, y al final no quedó ninguno para recibir sus ofrendas.

Entonces Anāthapindika se sintió muy triste porque nadie le acepto las ofrendas. Pensó: “Los Bhikṣus no aceptaron mis ofrendas, no aceptaron mi generosidad, les hago una ofrenda y no me la aceptan. Y entonces, me quedo sin mérito” Pensando de esta manera, se volvió muy pálido, estaba muy triste, completamente pálido y el Buddha que estaba ahí le pregunta a Ananda: «¿Qué pasa aquí? ¿Por qué los Bhikṣus no aceptan las ofendas?» –el Buddha sabía lo que pasaba, pero aún así lo preguntó porque en la situación humana si no dijese nada, no quedaría registrado y las personas tenían que saber lo que ocurría–. En ese momento Ananda le explicó toda la situación: «Anāthapindika te preguntó cuál es el mejor receptáculo de las ofrendas y tú explicaste la sangha de los seres nobles y los que están en el aprendizaje son los mejores receptáculos de las ofrendas, pero ellos no van a aceptar las ofrendas porque si las aceptan estarían diciendo: “soy un individuo noble y por eso me dan ofrendas”, y lo que quieren hacer es ocultar sus cualidades y por lo tanto no las aceptan; los que todavía no han eliminado completamente las aflicciones tampoco las podrían aceptar porque sabían que todavía no eran seres nobles, ni tan siquiera habían abandonado todas las aflicciones». Cuando Ananda le relató todo esto al Buddha, el Buddha le dijo Ananda: «Ve y llama a todos los Bhikṣus en Shravasti, tráelos aquí, reúne a todos los miembros de la sangha». Toda la sangha se reunió frente al Buddha y el Buddha le preguntó a los Bhikṣus y a los monjes: «Anāthapindika les ofreció todos esos ropajes para hacer los hábitos, ¿por qué no las tomaron?» Los miembros de la sangha no sabían que contestar y entonces Ananda, que hacía como de intérprete le explicó toda la situación, la historia de lo que estaban pensando los demás discípulos y el Buddha les hizo una pregunta muy importante: «¿Por qué tomaron los votos monásticos? ¿Por qué se convirtieron en monjes?, ¿Lo hicisteis para obtener la liberación, para obtener el Nirvana o por la comida y la ropa? Entonces contestaron: «Nos convertimos en monjes para obtener la liberación, el Nirvana». Y el Buddha les dijo: «Si es así, no importa cuán valiosa sea la tela de los ropajes de vuestros hábitos, no hay problema. No se incurrirá en ningún defecto si comes la comida más sabrosa de mil sabores, no hay ningún problema, puedes comerla. Si les toca quedarse en una mansión con muchos niveles, no hay ningún problema, Mientras no se hayan convertido en monjes por la comida y el vestido, sino para obtener la liberación, entonces, es completamente admisible que disfruten de todo esto. Si se hubiesen convertido en monjes por la comida y el vestido no sería apropiado, pero puesto que lo han hecho para el Nirvana, tienen que aceptar estas ofrendas porque el aceptarlas permite acumular mérito al donante, y eso es muy importante». No es solamente necesario mantener la disciplina, la pregunta es ¿por qué estás manteniendo la disciplina? ¿Para tener comida y vestido o para obtener el Nirvana? La disciplina se mantiene para obtener la liberación y el Nirvana, pero si lo haces para obtener comida y vestido, entonces, no eres un receptáculo adecuado de ofrendas. Si lo haces a fin de obtener el Nirvana puedes aceptar las ofrendas, no hay ningún problema. Si practicas para el Nirvana puedes aceptar las ofrendas, puedes aceptar las ofrendas de la fe y hacerlo para el bien del donante, pero solamente tener disciplina en si no es suficiente. También hay que esforzarse en la meditación, el estudio y la recitación. No vale solamente tener disciplina y permanecer perezoso todo el día sin hacer nada. Porque si tienes disciplina y no te esfuerzas en meditar, estudiar y aceptas las ofrendas, entonces es como tomar un préstamo, un préstamo kármico. Te hacen un préstamo y luego tienes que devolverlo.

No es apropiado que los que no tienen disciplina o los que tienen disciplina, pero no se esfuerzan en meditar y estudiar disfruten de la comida de la fe, porque sería como tomar un trozo de hierro al rojo vivo y si nos tragamos un trozo de hierro al rojo vivo esto nos hará muchísimo daño. Si no eres alguien con cualidades y aceptas está comida de la fe, te va a hacer daño, te causará renacer en los infiernos.

En este punto recordemos las palabras de Patrul Rinpoche, válidas ya seamos monásticos o practicantes laicos, pero sobre todo para monásticos, porque los monásticos vivimos a partir de las ofrendas. Si estamos en la puja, y no estamos recitando el texto o lo recitamos, pero distraídos, esto no sirve de nada. Has de recitar con la mente concentrada y sin decir ninguna otra palabra que no sea la recitación. Si mezclas la recitación con las palabras ordinarias, tu práctica no tiene ningún sentido. 

En particular, al recitar los rituales para los difuntos, los patrocinadores nos han invitado para beneficiar a los seres que están en el bardo, para beneficiar a ese ser querido que ha muerto, ese ser en el bardo que ahora tiene miedo y sufrimiento. Nos llaman poniendo su esperanza en nosotros, pero si estamos sentados ahí pensando en cosas negativas, teniendo codicia y odio, hablando de distintas cosas, esto le hará daño al ser que está en el bardo. Pues los seres del bardo tienen clarividencia, saben lo que están pensando las otras personas. No son como nosotros que no sabemos lo que otros piensan, los que están en el bardo saben lo que los otros están pensando y son conscientes del apego y la aversión en la mente de quienes supuestamente hacen rituales en su beneficio. Si estás ahí haciendo una puja para los difuntos y lo haces mientras estás pensando en distintas cosas negativas, ellos lo saben y se van a enfadar, van a tener visiones erróneas, van a tener aversión y esto es muy peligroso, ya que este enfado puede llevar al ser del bardo directamente a los reinos inferiores. Para esto, mejor ni invitar al lama y mejor no hacer esta puja.

En cuanto a los rituales del Vajrayana, es importante que hagamos toda la práctica, desde el principio hasta el final, de manera concentrada, porque todas las palabras que se recitan son palabras que describen la visualización en la fase de generación y de culminación y si no pensamos en el significado de lo que estamos diciendo y simplemente lo recitamos como lorito y en voz alta, nuestra práctica carecerá de sentido. Seremos como un loro, como un loro que está recitando mantras, y aunque pueden aprender a decir Om Maní Padme Hum. Realmente ¿saben lo que significa Om Maní Padme Hum? ¿Qué tienes en la mente cuando repites Om Maní Padme Hum?.  Igualmente, cuando recitamos los mantras en la puja, en ese momento nuestro cuerpo colapsa, se vuelve como un cadáver, no podemos sentarnos erguidos. Viramos los ojos a todas partes, agudizamos el oído ante cualquier ruido, cualquier sonido, nos fijamos en lo que ocurre aquí, en lo que ocurre allá. Incluso nos ponemos a hablar en una cháchara ociosa y sin sentido: «¿Viste la película de ayer?», etc., y esto mientras supuestamente tenemos que recitar mantras. Movemos nuestros malas tan rápido como si estuviésemos persiguiendo a cabras y ovejas. Está todo entremezclado, el mala, el mantra y la cháchara. Es como un espectáculo de dharma sin ninguna esencia. Realmente no tiene ningún propósito hacer las cosas así. 

Hay un proverbio que dice: «es mejor cantar una canción con buenas intenciones que recitar manis albergando malas intenciones». Si vas a recitar manis pero pensando cosas negativas, lo mejor es que cantes una canción y lo hagas con una buena intención. Así que los lamas, monjes y monjas, realmente todos, nunca debemos pensar en cuantas ofrendas hemos recibido hoy. Si me dieron 100, al otro le dieron 200, a este le dieron 2000; contando las ofrendas. Esto es algo que nunca debemos de hacer. Como tampoco tenemos que estar diciendo: «¡Uy! qué rico estuvo el té», «¿Cómo estuvo hoy el té?». En realidad, nunca nos importa mucho cómo estuvo el té, pero cuando estamos en la puja decimos lo bueno que estuvo el té, o que este té parece agua, que no está bueno el pan –ese aperitivo que dan en la puja–. Relacionamos así con estas cosas no sirve de nada. No hacemos la puja para que nos den pan, ni para que nos den té, ni para que nos den ofrendas, la hacemos para ver si podemos beneficiar a otra persona. Si hacemos la puja para alguien que esté con vida o algún fallecido, esa persona está en una situación difícil, enfrentando alguna desgracia. Nos consideran un refugio, han puesto sus esperanzas en nosotros, y es erróneo defraudarles y engañarles. Simplemente pensando en la causalidad kármica, actuar de esta manera no está bien. Si no actuamos como es debido, ellos van a estar profundamente infelices.

Hemos de mantener la motivación del amor, la compasión y la bodhichitta y hacer lo que podamos, practicar la puja lo mejor que podamos. Realizar las prácticas de generación y culminación lo mejor que podamos. Sin distraernos. Aunque solo podamos recitar el mantra Om Mani Padme Hum hemos de hacerlo con la mejor motivación hacia la otra persona. Si no tenemos las cualidades para poder practicar la fase de creación y culminación y simplemente pensamos yo no sé nada, no lo puedo hacer y nos desanimamos y simplemente caemos bajo el poder de la pereza y decimos no puedo, no sé, yo no lo hago y ya está; no hemos de actuar así, hemos de mantener al coraje y aunque sea recordar el significado de las palabras, y si no las entiendes bien, pues rezar de corazón a los Gurus y a las Tres joyas. Eso es algo que podemos hacer. Puede ser que no sepamos nada, que no entendamos nada, pero podemos rezar a las Tres Joyas y a los Gurus: «Por favor, cuiden compasivamente a los seres». Cuando hacemos está súplica, está plegaria a las tres joyas desde el fondo de nuestro corazón, por la compasión de las Tres Joyas, que son fuentes de refugio, y porque el poder de la causa y efecto es infalible, los beneficios serán ilimitados. Le traerá beneficio al fallecido o a la persona que está enferma o pidiendo la puja y esto lo podemos hacer.

Al respecto quiero comentar una historia que ocurrió probablemente en la época del decimoquinto karmapa. En el Monasterio de Tsurpu había un monje que no era muy listo, era extremadamente perezoso. En el Monasterio de Tsurpu habían muchos textos y muchas plegarias para memorizar. Los textos diarios, los de los días especiales y demás. Este monje no podía memorizarlos ni tampoco se esforzaba en ello. En ese momento en Tsurpu estaba la costumbre de convertir a los monjes sin educación en servidores de té, así que él fue el servidor de té principal, pero un día él no hizo su trabajo correctamente y pensó que el maestro de disciplina le iba a golpear, le iba a castigar por no hacer bien su trabajo. Él tenía un amigo y le convenció para que lo acompañara y ambos huyeron del monasterio porque le temían al maestro de disciplina. No sabían adónde iban, simplemente se fueron y llegaron a un sitio llamado Tö Ngari y cuando estaban ahí, tenían hambre y fueron a pedir comida a una familia nómada y ocurrió que por casualidad en ese momento un miembro de la familia había muerto. La familia al verlos, supo que eran monjes de Tsurpu y les invitaron a entrar pensando que al ser monjes de Tsurpu deben ser muy eruditos, muy sabios y les pidieron que hicieran powa por el difunto.

¿Cómo estos monjes van a saber hacer powa si ni siquiera sabían cuáles eran los textos para hacer powa? No sabían nada de nada, ¿si no sabían ningún otro texto ni plegaria cómo iban a saber powa? La familia también había invitado a otros lamas, maestros y monjes de otros monasterios y linajes. A estos monjes les daba vergüenza decir que en realidad no sabían nada porque pensaban que sería una deshonra para el monasterio de Tsurpu y no les quedó más remedio que quedarse ahí, reunieron el coraje que pudieron y se sentaron ahí tranquilitos en su asiento. Entonces, se empezaron a mirar pensando: “¿Cómo vamos a hacer el powa? ¿Ahora qué hacemos?” y se dijeron: «Vamos a ver, nos quedamos aquí un momentito a ver qué pasa». El servidor de té más veterano sabía recitar, a trompicones, un poco del Yoga de guru en cuatro sesiones y le dijo a su amigo: «Igual sería bueno recitar este texto que más o menos conocemos, ya que, si no hacemos nada, estaremos acabados. Así que voy a recitar aunque sea este guru yoga y tú me ayudas, lo repites conmigo» y su amigo le respondió: «¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! Vamos a hacer esto, lo repetimos entre los dos lo mejor que podamos». Pero todo el mundo les estaba viendo y pensando estos son monjes del monasterio de Tsurpu, esperaban a ver qué harían, pensando que lo harían todo estupendamente. Al ver en esta situación en la que se encontraban, con todo el mundo mirándolos, les entró el pánico, sus rostros se pusieron muy muy rojos, no podían ni hablar, se les secó la garganta y no podían ni respirar de lo nerviosos que estaban y ya no sabían que hacer. Así que lo que se les ocurrió fue taparse con la túnica la cabeza y quedarse ahí como escondidos bajo el hábito. Entonces así, cubiertos, comenzaron a recitar el Guru yoga en cuatro sesiones: «Junto con todos los seres mis madres que llenan el espacio…», así hasta llegarr al punto de la recitación del Karmapa Chenno: «Karmapa Chenno piensa en mí, tú que reúnes a todos los Buddhas…» estaban recitando el Karmapa Chenno, y pensando: “Karmapa piensa en mí, Karmapa por favor mírame con compasión ahora” y recitaron el Karmapa Chenno con una devoción tan grande, en voz muy alta y en ese momento el servidor de té mayor escuchó de repente una voz en su oído que le decía: «Ahora ¡hazlo!», escuchó que alguien lo decía y al escucharlo, enseguida, sin pensarlo, dijo: «¡¡¡HIK!!!» y cuando dijo este hik lo hizo con una voz muy fuerte, una voz crepitante y en ese momento un trozo del cráneo tan grande como la palma de la mano se desprendió de la parte superior del cráneo del cadáver y todos quedaron asombrados diciendo que estos monjes de Tsurpu sí que son poderosos, admirando los signos de powa –esto es un signo de powa, que te salga un trozo de cráneo de la coronilla–. A estos monjes les hicieron grandes ofrendas, muchas ofrendas. Muchas personas les invitaron a distintos lugares y les dieron muchas ofrendas de mantequilla de carne y de –que es un pastel de queso tibetano–. Y con todas estas ofrendas se dijeron: «Bueno ahora podemos volver a Tsurpu, lo mejor es que vayamos a Tsurpu ya que tenemos algo que ofrecerles. Si volvemos y les hacemos estas ofrendas seguro que nos permiten regresar al monasterio». Se volvieron a Tsurpu e hicieron una gran distribución de ofrendas a la sangha y confesaron, se disculparon por haber actuado mal y les permitieron entrar, volver a Tsurpu.

En el momento cuando recitaban el Yoga del guru en cuatro sesiones Khakhyap Dorje les escuchó. No estoy tan seguro de que haya sido Khakhyap Dorje y si no es así, fue otro de los karmapas. En cualquier caso, cuento esta historia para ilustrar que aunque uno no tenga ninguna cualidad, ninguna habilidad, si uno hace plegarias de corazón a los Buddhas y a las Tres Joyas, con intenciones puras, con el pensamiento más puro, uno podrá beneficiar y será beneficioso.

Simplemente hemos de esforzarnos y hacer las cosas lo mejor que podamos. Y esto es muy importante. Hay quienes se preocupan tanto, por la causa y efecto, que se niegan a hacer incluso cualquier dedicación o aspiración en nombre de los vivos o difuntos, porque no quieren tener nada que ver con las ofrendas, porque saben que si no se aceptan de la manera apropiada puede tener atribuciones negativas. Entonces se niegan completamente a hacer cualquier dedicación y a tomar cualquier ofrenda, pero esto muy extremo, es como si dejaran de trabajar incluso en su propio beneficio. Hemos de pensar que aunque no sepamos hacer las cosas y no tengamos ninguna capacidad, ninguna habilidad, gracias a las bendiciones del linaje y de los gurus podemos ser de algún beneficio. Si tenemos una motivación pura y una gran fe en los maestros del linaje, cuando les suplicamos, ellos van a poder beneficiar. Si pensamos lo contrario y nos preocupamos en demasía pensando que no puedo aceptar ninguna ofrenda en nombre de los difuntos y los demás, que no puedo hacer nada y lo dejamos así, a secas, esto sería demasiado extremo.